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domingo, 20 de enero de 2008

Don Bosco


Juan Melchor era su verdadero nombre. Nació en 1815 en la diócesis de Turín. Era el menor de los hijos de un campesino. Su niñez fue muy dura. Su padre murió cuando Juan tenía apenas dos años y medio. La madre, Margarita, analfabeta y muy pobre, pero santa y trabajadora, que debió luchar mucho para sacar adelante a sus hijos, se hizo cargo de su educación.

A los nueve años de edad, tuvo un sueño que no olvidó nunca, le enseñó su vocación.

En aquel primer sueño, se vio rodeado de una multitud de chiquillos que se peleaban entre sí; Juan Bosco trató de hacer la paz, primero con consejos y después con los puños. De pronto apareció Nuestro Señor y le dijo: "¡No, no; tienes que ganártelos con la mansedumbre y el amor!" Le indicó también que su Maestra sería la Santísima Virgen, quien al instante apareció y le dijo: "Toma tu cayado de pastor y guía a tus ovejas". Cuando la Señora pronunció estas palabras los niños se convirtieron primero, en bestias y luego en ovejas.

El sueño terminó, pero desde aquel momento Juan Bosco comprendió que su vocación era ayudar a los niños pobres, y empezó inmediatamente a enseñar el catecismo y a llevar a la iglesia a los chicos de su pueblo.

Los muchachos de la calle lo llamaban: 'Ese es el Padre que siempre está alegre. El Padre de los cuentos bonitos'. Su sonrisa era de siempre. Nadie lo encontraba jamás de mal humor y nunca se le escuchaba una palabra dura o humillante. Hablar con él la primera vez era quedar ya de amigo suyo para toda la vida.

San José Cafasso, sacerdote de la parroquia cercana al seminario de Turín, le explicó Juan Bosco que Dios no quería que fuese a las misiones extranjeras: "Desempaca tus bártulos --le dijo--, y prosigue tu trabajo con los chicos abandonados. Eso y no otra cosa es lo que Dios quiere de ti".

Le sobrevino una pulmonía, cuyas complicaciones estuvieron a punto de costarle la vida. En cuanto se repuso, fue a vivir en unos cuartuchos miserables en compañía de su madre, y ahí se entregó, con toda el alma, a consolidar y extender su obra. Dio forma acabada a una escuela nocturna, y como el oratorio estaba lleno a reventar, abrió otros dos centros en otros barrios de Turín.

Por la misma época, empezó a dar alojamiento a los niños abandonados. Al poco tiempo, había ya treinta o cuarenta chicos, la mayoría aprendices, que vivían con Don Bosco y su madre. Los chicos llamaban a la madre de Don Bosco "Mamá Margarita".

Se gana de tal manera el cariño de los jóvenes, que es difícil encontrar en toda la historia de la humanidad, después de Jesús, un educador que haya sido tan amado como Don Bosco. Los jóvenes llegaban hasta pelear unos contra otros afirmando cada uno que a él lo amaba el santo más que a los demás.

Por otra parte, Don Bosco había tenido siempre la idea de fundar una congregación religiosa. En 1859, Don Bosco y sus veintidós compañeros decidieron organizar la congregación, cuyas reglas habían sido aprobadas por Pío IX. Pero la aprobación definitiva no llegó hasta quince años después. La nueva congregación creció rápidamente: en 1863 había treinta y nueve salesianos; a la muerte del fundador, eran ya 768, y en la actualidad se cuentan por millares.

El siguiente paso de Don Bosco fue la fundación de una congregación femenina, encargada de hacer por las niñas lo que los Salesianos hacían por los niños. La congregación quedó inaugurada en 1872, con la toma de hábito de veintisiete jóvenes, entre ellas, Santa María Dominga Mazzarello, que fue la cofundadora, a las que el santo llamó Hijas de María Auxiliadora. La nueva comunidad emprendió, además de otras actividades, la creación de escuelas de primera enseñanza en Italia, Brasil, Argentina y otros países. "Hoy en día son dieciséis mil, en setenta y cinco países".

Pero sus días tocaban a su fin. Los médicos habían declarado que el santo estaba completamente agotado y que la única solución era el descanso; pero el reposo era desconocido para Don Bosco. A fines de 1887, sus fuerzas empezaron a decaer rápidamente; la muerte sobrevino el 31 de enero de 1888, cuando apenas comenzaba el día.

Su cuerpo permanece en la Basílica de María Auxiliadora en Turín, Italia.

Sus últimas recomendaciones fueron: "Propagad la devoción a Jesús Sacramentado y a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros. Ayudad mucho a los niños pobres, a los enfermos, a los ancianos y a la gente más necesitada, y conseguiréis enormes bendiciones y ayudas de Dios. Os espero en el Paraíso".

Cuarenta mil personas desfilaron ante su cadáver en la iglesia, y sus funerales fueron una especie de marcha triunfal, porque toda la ciudad de Turín salió a la calle durante tres días a honrar a Don Bosco por última vez.

Fueron tantos los milagros conseguidos al encomendarse a Don Bosco, que el Sumo Pontífice lo canonizó cuando apenas habían pasado cuarenta y seis años de su muerte (en 1934) y lo declaró "Padre y maestro de la juventud".

Yo no sabía nada sobre este santo, pero ahora que conozco su vida y su obra, creo que todos debemos admirar a este hombre por su esfuerzo y generosidad. Además creo que debería ser un ejemplo para todos nosotros, para que no seamos a veces tan egoístas. Por último, creo que el nombre de este colegio es el mejor que podía ponérsele, porque él dedicó toda su vida a enseñar a los niños pobres.

Libro de visitas de www.miguelangelflorescaballero.blogspot.com

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