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domingo, 30 de diciembre de 2007

Cristo


El Papa al mundo: «Cristo viene a traernos la paz»

Llamamiento en su Mensaje de Navidad




CIUDAD DEL VATICANO, martes, 25 diciembre 2007 (ZENIT.org).- El «mensaje de paz» que trae Jesús al mundo «es para todos»: «viene para ofrecerse a sí mismo a todos como esperanza segura de salvación», anuncia Benedicto XVI en su mensaje de Navidad.

Antes de impartir la Bendición «Urbi et Orbi» --a la ciudad de Roma y al mundo entero--, el Papa dirigió a mediodía de esta Navidad su tradicional mensaje navideño, acompañándolo de su felicitación, este año en 63 idiomas con la inclusión del guaraní, propio de la región amazónica. Noventa emisoras de televisión de unos sesenta países transmitieron en directo el momento de fe y fiesta.

Desde el balcón central de la basílica vaticana -donde horas antes presidió la Misa de Nochebuena--, el Santo Padre saludó a los fieles y peregrinos que colmaron la plaza de San Pedro bajo un sol radiante.

Acogido entre aplausos, cantos, y con los himnos del Vaticano y de la República Italiana, Benedicto XVI manifestó y compartió su alegría por la solemnidad de la Natividad del Señor, tercera que celebra como pontífice.

«Nos ha amanecido un día sagrado», «un día de gran esperanza: hoy el Salvador de la humanidad ha nacido», dijo, iniciando su mensaje de Navidad.

«Cuando Jesús nació en la gruta de Belén, una "gran luz" apareció sobre la tierra», «se encendió para cada hombre una luz espléndida e imperecedera; ha venido al mundo la gran esperanza portadora de felicidad», porque -añadió el Papa, citando al evangelista Juan-- "el Verbo se hizo carne y nosotros hemos visto su gloria"».

«Dios es luz -afirma san Juan- y en él no hay tinieblas»; por eso, «cuando Jesús nació de la Virgen María, la Luz misma vino al mundo», porque «en Jesús, Dios asumió lo que no era, permaneciendo en lo que era», «el creador del hombre se hizo hombre para traer al mundo la paz», explicó el Papa.

«Acontecimiento histórico y misterio de amor»: así describió Benedicto XVI el misterio de «Dios que en Belén se ha hecho uno de nosotros». Y como «sólo la "gran" luz que aparece en Cristo puede dar a los hombres la "verdadera" paz», «cada generación está llamada a acogerla», subrayó.

Para ello se necesita fe, se necesita humildad, como la de «María --señaló--, que ha creído en la palabra del Señor», o la de José, «hombre justo, que tuvo la valentía de la fe y prefirió obedecer a Dios antes que proteger su propia reputación», o la de «los pobres y anónimos pastores, que acogieron el anuncio del mensajero celestial y se apresuraron a ir a la gruta, donde encontraron al niño recién nacido y, llenos de asombro, lo adoraron alabando a Dios».

Y es que son «los pequeños, los pobres en espíritu», «los protagonistas de la Navidad, tanto ayer como hoy -reconoció el Santo Padre--; los protagonistas de siempre de la historia de Dios, los constructores incansables de su Reino de justicia, de amor y de paz.

«Hombres y mujeres de hoy -interpeló Benedicto XVI--, Cristo viene a traernos la luz también a nosotros», «a darnos la paz».

Pero «¿quién tiene tiempo para escuchar su palabra y dejarse envolver por su amor fascinante?», advirtió, porque el mensaje de paz de Cristo «es para todos», Él «viene para ofrecerse a sí mismo a todos como esperanza segura de salvación».

Navidad, «fiesta cristiana» de testimonio

«Dar testimonio de los valores de la vida, de la familia, del amor y de la paz»: es el deseo que el Santo Padre confía que despierte en los corazones el misterio de la Encarnación y del Nacimiento de Cristo, porque precisamente es lo que evocan.

En su saludo en italiano, con el que inició las felicitaciones navideñas al mundo entero, Benedicto XVI se dirigió en particular a los romanos -de los que es obispo- y a toda la nación.

«Navidad es fiesta cristiana que forma parte del patrimonio espiritual de nuestras comunidades», recordó, invitando al país a conservar «esta herencia cultural y religiosa para construir un futuro de esperanza».

martes, 25 de diciembre de 2007

Navidad

Queridos hermanos y hermanas:

Sólo un día separa a este cuarto domingo de Adviento de la santa Navidad. Mañana por la noche nos reuniremos para celebrar el gran misterio del amor que nunca termina de sorprendernos. Dios se hizo hijo del hombre para que nos convirtiéramos en hijos de Dios. Durante el Adviento, del corazón de la Iglesia se ha elevado con frecuencia una imploración: «Ven, Señor, a visitarnos con tu paz, que tu presencia nos llene de alegría».

La misión evangelizadora de la Iglesia es la respuesta al grito «ven, Señor Jesús», que atraviesa toda la historia de la salvación y que sigue alzándose de los labios de los creyentes. «Ven, Señor, a transformar nuestros corazones para que en el mundo se difundan la justicia y la paz».

Esto es lo que pretende señalar la Nota doctrinal acerca de algunos aspectos de la evangelización publicada por la Congregación para la Doctrina de la Fe. El documento quiere recordar a todos los cristianos, en una situación en la que con frecuencia ya no les queda claro ni siquiera a muchos fieles la razón misma de la evangelización, que la acogida de la Buena Nueva en la fe lleva de por sí a comunicar la salvación recibida como un don.

De hecho, la verdad que salva la vida, que se hizo carne en Jesús, enciende el corazón de quien la recibe con un amor al prójimo que mueve la libertad para devolver lo que se ha recibido gratuitamente. Ser alcanzados por la presencia de Dios, que se hace como uno de nosotros en Navidad, es un don inestimable, un don capaz de hacernos vivir el abrazo universal de los amigos de Dios, en esa red de amistad con Cristo que une el cielo y la tierra, que orienta la libertad humana hacia su cumplimiento y que, si es vivida en su verdad, florece con un amor gratuito y lleno de atención por el bien de todos los hombres.

No hay nada más hermoso, urgente e importante que volver a dar gratuitamente a los hombres lo que hemos recibido gratuitamente de Dios.

No hay nada que nos pueda eximir o dispensar de este exigente y fascinante compromiso. La alegría de la Navidad que ya experimentamos, al llenarnos de esperanza, nos empuja al mismo tiempo a anunciar a todos la presencia de Dios en medio de nosotros.

La Virgen María es modelo incomparable de evangelización, pues no comunicó al mundo una idea, sino el mismo Jesús, el Verbo encarnado. Invoquémosla con confianza para que la Iglesia anuncie también a nuestro tiempo a Cristo Salvador.

Cada cristiano y cada comunidad experimentan la alegría de compartir con los demás la buena noticia de que Dios amó tanto al mundo que le entregó a su Hijo unigénito para que el mundo se salve por medio de Él. Este es el auténtico sentido de la Navidad, que siempre tenemos que redescubrir y vivir intensamente.

[Después del Ángelus, el Santo Padre saludó a los peregrinos en varios idiomas. En italiano, dijo:]

Dirijo mi cordial saludo a los trabajadores del diario vaticano «L'Osservatore Romano» que esta mañana, en la Plaza de San Pedro, proponen una iniciativa de solidaridad a favor de los niños de Uganda. Al expresar mi aprecio por la especial atención que «L'Osservatore Romano» presta a las emergencias humanitarias en todas las partes del mundo, alabo el hecho de que esta labor esté apoyada también con gestos concretos como éste al que deseó pleno éxito.


Saludo cordialmente a los fieles de lengua española, aquí presentes y a cuantos participan en el rezo del Ángelus a través de la radio y de la televisión. Preparaos con fervor para celebrar el misterio del nacimiento del Hijo de Dios, abrid vuestros corazones al Señor que ya llega, poniéndonos al servicio de todos, especialmente de los más necesitados. Feliz domingo.


domingo, 23 de diciembre de 2007

Los Reyes Magos


Es cierto que ultimamente se ve mucho más al famoso Santa Claus en las ventanas y balcones de las casas de nuestros pueblos y ciudades que los también conocidos Reyes Magos ya que la publicidad de empresas como Coca-Cola, Suchard,etc. prefieren a este Santo. Nosotros como cristianos debemos oponernos totalmente a este hecho para que no se pierda la tradición cultural y religiosa que hay desde hace muchos siglos, desde la ofrenda que estas inigualables personas le hicieron a el Mesías. Ultimamente también se está perdiendo la costumbre de colocar una imagen del Niño Jesús en los balcones como nuestros pasados hacían antiguamente.

martes, 11 de diciembre de 2007

El verdadero significado del ADVIENTO

Muchos piensan que la Navidad es sólo regalar y que te regalen, comer con nuestros seres queridos y familiares, comprar el mejor árbol de Navidad y el mejor Portal de Belén, comprar comida en abundancia para que no falte...
Pero no nos damos cuenta de que hay personas que en estas fechas NO tienen que comer, NO tienen dónde acostarse y lo más importante SI la pasan solos y sin nadie a su lado.
Por eso he cogido este vídeo que lo dice todo.

El Portal de Belén

Don Leo aquí te dejo una muestra del cariño que ponen y el detallismo con la que muchas personas hacen el portal de Belén. A través de figuritas de porcelana o plástico, recordamos aquel esperado milagro del nacimiento del Mesías.

martes, 4 de diciembre de 2007

Carta del Papa por el Adviento


Don Leo:
He encontrado en zenit la carta del Papa por el adviento te la dejo aunque es un poco larga pero creo que merece la pena copiarlo:

Queridos hermanos y hermanas:

Con este primer domingo de Adviento comienza un nuevo año litúrgico: el Pueblo de Dios se vuelve a poner en camino para vivir el misterio de Cristo en la historia. Cristo es el mismo de ayer, de hoy de siempre (Cf. Hebreos 13, 8); la historia sin embargo cambia y necesita ser constantemente evangelizada; necesita ser renovada en su interior y la única verdadera novedad es Cristo: Él es su pleno cumplimiento, el futuro luminoso del hombre y del mundo. Resucitado de entre los muertos, Jesús es el Señor a quien Dios someterá todos los enemigos, incluida la misma muerte (Cf. 1 Corintios 15, 25-28). El Adviento es, por tanto, el tiempo propicio para despertar en nuestros corazones la espera de «Aquel que es, que era y que va a venir» (Apocalipsis 1, 8). El Hijo de Dios ya vino a Belén hace veinte siglos, viene en cada momento al alma y a la comunidad que están dispuestos a recibirlo, vendrá de nuevo al final de los tiempos para «juzgar a vivos y muertos». Por este motivo, el creyente siempre está vigilando, animado por la íntima esperanza de encontrar al Señor, como dice el Salmo: «Espero en el Señor, mi alma espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor más que los centinelas la aurora» (Salmo 129 [130], 5-6).

Este domingo es, por tanto, un día sumamente indicado para ofrecer a toda la Iglesia y a todos los hombres de buena voluntad mi segunda encíclica, que he querido dedicar precisamente al tema de la esperanza cristiana. Se titula «Spe salvi», pues comienza con la expresión de san Pablo: «Spe salvi facti sumus – en esperanza fuimos salvados» (Romanos 8,24). En éste, al igual que en otros pasajes del Nuevo Testamento, la palabra «esperanza» está íntimamente unida a la palabra «fe». Es un don que cambia la vida de quien lo recibe, como demuestra la experiencia de muchos santos y santas. ¿En qué consiste esta esperanza tan grande y tan «confiable» que nos permite decir que en ella está nuestra «salvación»? En definitiva, consiste en el conocimiento de Dios, en el descubrimiento de su corazón de Padre bueno y misericordioso. Jesús, con su muerte en la cruz y con su resurrección, nos ha revelado su rostro, el rostro de un Dios tan grande en el amor que nos ha dado una esperanza inquebrantable, que ni siquiera la muerte puede resquebrajar, pues la vida de quien confía en este Padre se abre a la perspectiva de la felicidad eterna.

El desarrollo de la ciencia moderna ha confinado cada vez más la fe y la esperanza a la esfera privada e individual de manera que aparece de forma evidente y en ocasiones dramática, que el hombre y el mundo tienen necesidad de Dios --¡del verdadero Dios!--, pues de lo contrario quedarían privados de esperanza. La ciencia sin duda contribuye al bien de la humanidad, pero no es capaz de redimirla. El hombre es redimido por el amor, que hace que la vida personal y social se convierta en buena y hermosa. Por este motivo la gran esperanza, la que es plena y definitiva, está garantizada por Dios, que en Jesús nos ha visitado y nos ha donado la vida, y en Él volverá al final de los tiempos. Es en Cristo que esperamos, ¡es Él a quien esperamos!

Con María, su Madre, la Iglesia sale al encuentro del Esposo: lo hace con las obras de caridad, pues la esperanza, como la fe, se demuestra con el amor.

Buen Adviento a todos

Hola Don Leo

Buenos dias Don Leo ¿cómo va? aqui estoy probando mi blog

sábado, 24 de noviembre de 2007

Don Leo:

Lo siento por no haber podido introducir un video aqui cuando pueda lo haré.

Mi 1ª imagen


Aquí estoy Don Leo. Espero ser capaz de añadir una imagen a mi blog. Pues ya esta todo hecho.

viernes, 23 de noviembre de 2007

Prueba

Estoy aqui probando mi blog

Libro de visitas de www.miguelangelflorescaballero.blogspot.com

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